Platón con su Timeo en la pintura la escuela de Atenas. |
Atlántida (en griego antiguo Ατλαντίς νησος, Atlantis nesos,
‘isla de Atlantis’ ) es el nombre de una legendaria isla desaparecida en el
mar, mencionada y descrita por primera vez en los diálogos Timeo y el Critias,
textos del filósofo griego Platón.
La precisa descripción de los textos de Platón y el hecho que
en ellos se afirme reiteradamente que se trata de una historia verdadera, ha
llevado a que, especialmente a partir de la segunda mitad del siglo XIX,
durante el Romanticismo, se propongan numerosas teorías sobre su ubicación. En
la actualidad se piensa que el relato de la Atlántida , según la
interpretación literal de las traducciones ortodoxas de los textos de Platón,
presenta anacronismos y datos imposibles. Una opinión muy extendida es que la Atlántida descrita por
Platón nunca existió, y que sólo es un mero vehículo literario o un mito
inventado por él. Por otro lado, como ya se ha dicho, Platón describió el
relato como historia verdadera y no como mito. Se ha apuntado que la leyenda
pueda haber sido inspirada en un lejano fondo de realidad histórica, vinculado
a alguna catástrofe natural pretérita como pudiera ser un diluvio, una gran
inundación, o un terremoto.
El Timeo y el Critias:
Las
primeras referencias a la
Atlántida aparecen en el Timeo y el Critias, textos en
diálogos del filósofo griego Platón. En ellos, Critias, discípulo de Sócrates,
cuenta una historia que de niño escuchó de su abuelo y que este, a su vez, supo
de Solón, el venerado legislador ateniense, a quien se la habían contado
sacerdotes egipcios en Sais, ciudad del delta del Nilo. La historia, que
Critias narra como verdadera, se remonta en el tiempo a nueve mil años antes de
la época de Solón, para narrar como los atenienses detuvieron el avance del imperio
de los atlantes, belicosos habitantes de una gran isla llamada Atlántida,
situada frente a las Columnas de Hércules y que, al poco tiempo de la victoria
ateniense, desapareció en el mar a causa de un terremoto y de una gran
inundación.
En el Timeo, Critias habla de la Atlántida en el contexto
de un debate acerca de la sociedad ideal; cuenta cómo llegó a enterarse de la
historia y cómo fue que Solón la escuchó de los sacerdotes egipcios; refiere la
ubicación de la isla y la extensión de sus dominios en el mar Mediterráneo; la
heroica victoria de los atenienses y, finalmente, cómo fue que el país de los
atlantes se perdió en el mar. En el Critias, el relato se centra en la
historia, geografía, organización y gobierno de la Atlántida , para luego
comenzar a narrar cómo fue que los dioses decidieron castigar a los atlantes
por su soberbia. Relato que se interrumpe abruptamente, quedando inconclusa la
historia.
Descripción de la isla:
Los textos de Platón sitúan la Atlántida frente a las
Columnas de Hércules (lugar tradicionalmente entendido como el estrecho de
Gibraltar) y la describen como una isla más grande que Libia y Asia juntas. Se
señala su geografía como escarpada, a excepción de una gran llanura de forma
oblonga de 3000 por 2000 estadios, rodeada de montañas hasta el mar. A mitad de
la longitud de la llanura, el relato ubica una montaña baja de todas partes,
distante 50 estadios del mar, destacando que fue el hogar de uno de los
primeros habitantes de la isla, Evenor, nacido del suelo.
Según el Critias, Evenor tuvo una hija llamada Clito. Cuenta
este escrito que Poseidón era el amo y señor de las tierras atlantes, puesto
que, cuando los dioses se habían repartido el mundo, la suerte había querido
que a Poseidón le correspondiera, entre otros lugares, la Atlántida. He aquí
la razón de su gran influencia en esta isla. Este dios se enamoró de Clito y
para protegerla, o mantenerla cautiva, creó tres anillos de agua en torno de la
montaña que habitaba su amada. La pareja tuvo diez hijos, para los cuales el
dios dividió la isla en respectivos diez reinos. Al hijo mayor, Atlas o
Atlante, le entregó el reino que comprendía la montaña rodeada de círculos de
agua, dándole, además, autoridad sobre sus hermanos. En honor a Atlas, la isla
entera fue llamada Atlántida y el mar que la circundaba, Atlántico. Un segundo
hijo se llamaba Eumelo en griego, siendo su nombre original Gadiro, Gadeiron o
Gadeirus y gobernaba el extremo de la isla que se extiende desde las Columnas
de Heracles hasta la región que, posiblemente por derivación de su nombre, se
denominaba Gadírica, Gadeirikês o Gadeira en tiempos de Platón.
Mapa de Poseidonis, restos del continente original. |
Favorecida por Poseidón, la tierra insular de Atlántida era
abundante en recursos. Había toda clase de minerales, destacando el oricalco,
traducible como cobre de montaña, más valioso que el oro para los atlantes y
con usos religiosos, actualmente se piensa que debía ser una aleación natural
del cobre; grandes bosques que proporcionaban ilimitada madera; numerosos
animales, domésticos y salvajes, especialmente elefantes; copiosos y variados
alimentos provenientes de la tierra. Tal prosperidad dio a los atlantes el
impulso para construir grandes obras. Edificaron, sobre la montaña rodeada de
círculos de agua, una espléndida acrópolis plena de notables edificios, entre los
que destacaban el Palacio Real y el templo de Poseidón. Construyeron un gran
canal, de 50 estadios de longitud, para comunicar la costa con el anillo de
agua exterior que rodeaba la metrópolis; y otro menor y cubierto, para conectar
el anillo exterior con la ciudadela. Cada viaje hacia la ciudad era vigilado
desde puertas y torres, y cada anillo estaba rodeado por un muro. Los muros
estaban hechos de roca roja, blanca y negra sacada de los fosos, y recubiertos
de latón, estaño y oricalco. Finalmente, cavaron, alrededor de la llanura
oblonga, una gigantesca fosa a partir de la cual crearon una red de canales
rectos, que irrigaron todo el territorio de la planicie.
La caída del imperio atlante:
Los reinos de la
Atlántida formaban una confederación gobernada a través de
leyes, las cuales se encontraban escritas en una columna de oricalco, en el
Templo de Poseidón. Las principales leyes eran aquellas que disponían que los
distintos reyes debían ayudarse mutuamente, no atacarse unos a otros y tomar
las decisiones concernientes a la guerra, y otras actividades comunes, por
consenso y bajo la dirección de la estirpe de Atlas. Alternadamente, cada cinco
y seis años, los reyes se reunían para tomar acuerdos y para juzgar y sancionar
a quienes de entre ellos habían incumplido las normas que los vinculaban.
La justicia y la virtud eran propios del gobierno de la Atlántida , pero cuando
la naturaleza divina de los reyes descendientes de Poseidón se vio disminuida,
la soberbia y las ansias de dominación se volvieron características de los
atlantes. Según el Timeo, comenzaron una política de expansión que los llevó a
controlar los pueblos de Libia (entendida tradicionalmente como el norte de
África) hasta Egipto y de Europa, hasta Tirrenia (entendida tradicionalmente
como Italia). Cuando trataron de someter a Grecia y Egipto, fueron derrotados
por los atenienses.
El Critias señala que los dioses decidieron castigar a los
atlantes por su soberbia, pero el relato se interrumpe en el momento en que
Zeus y los demás dioses se reúnen para determinar la sanción. Sin embargo,
habitualmente se suele asumir que el castigo fue un gran terremoto y una
subsiguiente inundación que hizo desaparecer en el mar la isla donde se
encontraba el reino o ciudad principal, “en un día y una noche terribles”,
según señala el Timeo.
Se conservan algunos párrafos de escritores antiguos que
aluden a los escritos de Platón sobre la Atlántida ; ciertamente se han perdido muchos
otros. Estrabón, en el siglo I a. C., cita, parece compartir, la opinión de
Posidonio (c. 135-51 a .
C.) acerca de que es posible que el relato de Platón no sea ficción. Un siglo
más tarde, Plinio el Viejo nos señala en su Historia Natural que, de dar
crédito a Platón, deberíamos asumir que el océano Atlántico se llevó en el
pasado extensas tierras. Por su parte, Plutarco, en el siglo II, nos informa de
los nombres de los sacerdotes egipcios que habrían relatado a Solón la historia
de la Atlántida :
Sonkhis de Sais y Psenophis de Heliópolis. Finalmente, en el siglo V,
comentando el Timeo, Proclo refiere que Crantor (aprox. 340-290 a . C.), filósofo de la Academia platónica, viajó
a Egipto y pudo ver las estelas en que se hallaba escrito el relato que escuchó
Solón.
Si bien conocida, durante la Edad Media la historia
de la Atlántida
no llamó mayormente la atención. En el Renacimiento, la leyenda fue recuperada
por los humanistas, quienes la asumirán unas veces como vestigio de una
sabiduría geográfica olvidada y otras, como símbolo de un porvenir utópico. El
escritor mexicano Alfonso Reyes afirma que la Atlántida , así
resucitada por los humanistas, trabajó por el descubrimiento de América.
Francisco López de Gómara en su Historia General de las Indias, de 1552, afirma
que Colón pudo haber estado influido por la leyenda atlántida y ve en voz
náhuatl atl (agua) un indicio de vínculo entre aztecas y atlantes. Duante los
siglos XVI y XVII, varias islas (Azores, Canarias, Antillas, etc.) figuraron en
los mapas como restos del continente perdido. En 1626, el filósofo inglés
Francis Bacon publica La
Nueva Atlántida (The New Atlantis), delirante utopía en pro
de un mundo basado en los principios de la razón y el progreso científico y
técnico. En España, en 1673, el cronista José Pellicer de Ossau identifica la Atlántida con la
península Ibérica, asociando a los atlantes con los misteriosos tartessios.
No será hasta la segunda mitad del siglo XIX, que la historia
de la Atlántida
adquiera la fascinación que provoca hasta hoy en día. En 1869, Julio Verne
escribe Veinte mil leguas de viaje submarino, novela que en su capítulo IX
describe un alucinante encuentro de los protagonistas con los restos de una
sumergida Atlántida. Tiempo después, en 1883, Ignatius Donnelly, congresista
norteamericano, publica Atlántida: El Mundo Antediluviano (Atlantis: The
Antediluvian World). En dicha obra, Donnelly, a partir de las semejanzas que
aprecia entre las culturas egipcia y mesoamericana, hace converger, de modo
muchas veces caprichoso, una serie de antecedentes y observaciones que lo
llevan a concluir que hubo una región, desaparecida, que fue el origen de toda
civilización humana y cuyo eco habría perdurado en la leyenda de la Atlántida. El libro
de Donnelly tuvo gran acogida de publico (fue reeditado hasta 1976), en una
época donde el avance de la ciencia permitía a su hipótesis aparecer
seductoramente verosímil. Tanto fue así, que el gobierno británico organizó una
expedición a las islas Azores, lugar donde el escritor situaba la Atlántida.
La mayoría de las conjeturas que postulaban la existencia de la Atlántida como el
“continente perdido”, como la de Donnelly, fueron invalidadas por la
comprobación del fenómeno de la deriva continental durante los años 1950. Por
ello, algunas de las hipótesis modernas proponen que algunos de los elementos
de la historia de Platón se derivan de mitos anteriores, o se refieren a
lugares ya conocidos.
El éxito de Donnelly motivó a los autores más diversos a
plantear sus propias teorías. En 1888, la ocultista Madame Blavatsky publica La Doctrina Secreta ,
texto basado, supuestamente, en un documento escrito en la Atlántida , El Libro de
Dzian. Según Blavatsky, los atlantes habrían sido una raza de humanos anterior
a la nuestra, cuya civilización habría alcanzado un notable desarrollo
científico y espiritual. En 1938, el jerarca nazi Heinrich Himmler organiza, en
el contexto del misticismo nacionalsocialista, una serie de expediciones a
distintos lugares del mundo en busca de los antepasados atlantes de la raza
aria. En 1940, el medium norteamericano Edgar Cayce predice que en 1968 la Atlántida volverá a la
superficie frente a las costas de Florida. Sorprendentemente, en 1969, en las
aguas de la isla de Bimini, frente a la península de Florida, será descubierta
una formación rocosa a la que se dio el nombre de Carretera de Bimini, y
respecto de la cual aún se discute si se trata o no de una construcción humana.
Ignatius Donnelly |
Al margen de lo esotérico, el impulso generado por la obra de
Donnelly, motivará también a numerosos historiadores y arqueólogos, tanto
profesionales como aficionados, quienes durante el siglo XX desarrollaran
teorías que ubicaran la
Atlántida en los más distantes lugares, asociando a los
atlantes con diferentes culturas de la antigüedad. Es así como en 1913, el
británico K. T. Frost sugiere, con poco éxito, que el imperio cretense,
conocido de los egipcios, poderoso y posiblemente opresor de la Grecia primitiva, habría
sido el antecedente fáctico de la leyenda atlántida. La tesis de Frost, en un
principio menospreciada, acabó convertirtiéndose en una teoría bastante
aceptada y difundida. En 1938, el arqueólogo griego Spyridon Marinatos plantea
que el fin la civilización cretense, a causa de la erupción del volcán de Santorini,
podría ser el fondo histórico de la leyenda. La idea de Marinatos será trabaja
por el sismólogo Angelos Galanopoulos, quien en 1960 publicará un artículo en
donde sugerentemente relacionará la tesis cretense con los textos de Platón. Si
bien el propio Marinatos sostuvo siempre que se trataba de una simple
especulación, la tesis de la
Atlántida cretense ha tenido amplia aceptación y captado
muchos seguidores, entre los que se contaba el ya fallecido oceanógrafo francés
Jacques Cousteau. Por su parte, en 1922, el arqueólogo alemán Adolf Schulten
retoma y populariza la idea de que Tartessos fue la Atlántida. Tesis
que cuenta con varios seguidores hasta el día de hoy. Otras hipótesis sobre la Atlántida la situan en
la isla de Malta, en el mar de Azov, en Sudamérica, en el Próximo Oriente, en
el norte de África, en Irlanda, en Indonesia y en la Antártida.
En julio de 2005 se celebró en la isla griega de Milos el
primer congreso de las hipótesis sobre la Atlántida , donde la mayoría de los participantes
manifestaron su convicción sobre la base histórico-geográfica de la historia de
la Atlántida
reflejada en los diálogos de Platón. Como resultado del congreso, se elaboró
una lista de 24 criterios para la localización de la Atlántida. Su
elaboración se basó en que las hipótesis más plausibles debían ceñirse a a lo
descrito por Platón, como la localización más allá del estrecho de Gibraltar,
en el océano Atlántico. Se celebró un segundo encuentro en Atenas para
noviembre de 2008. Un tercer congreso se celebró en Santorini el 2010.
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